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Emiliano Ranzani
•Una pareja es masacrada por un misterioso asesino; un flashback nos lleva un año atrás, durante la lectura del testamento de Arnlod Berger, un excéntrico científico brutalmente asesinado en su castillo. Es en este lugar donde un grupo de amigos y familiares (entre los que se encuentran las dos víctimas mencionadas anteriormente) se reúnen para conocer las últimas voluntades del difunto. Pero uno tras otro caen víctimas de la mano de un asesino feroz. Señoras y señores, aquí tienen el debut en 35mm de Andreas Schnaas. Para empezar, hay que decir que la película fue rodada en Super16, mucho más económica y adecuada para ser "hinchada" en 35, ya que no da el efecto granulado típico de los agrandamientos. Pero vamos a los hechos, para empezar la historia. Escrita por Sonja Schnaas (la esposa del director) y por Ted Geoghegan (antiguo miembro del equipo del sitio de terror Diabolical Dominion, ahora guionista y pronto director de películas de terror de bajo presupuesto), no se distingue precisamente por su originalidad y está afectada por algunos agujeros de más. En el aspecto técnico, poco que decir: Schnaas, pudiendo contar con un equipo profesional y algunos medios más respecto a sus producciones más recientes, se divierte con steadycam y dolly (aunque en varias escenas se recurre a la cámara en mano), por lo que el aspecto visual sería suficiente, si no fuera por la fotografía un poco demasiado oscura que arruina varias escenas. Se siente claramente la influencia de Lucio Fulci (director de culto para el autor) en más de una escena, pero la atmósfera está lejos de ser comparable a la de las películas del maestro italiano. Digámoslo claramente: hay poca tensión y ese poco que hay no es ciertamente algo memorable. Los actores son un punto aún más doloroso: como la película fue rodada en Italia se utilizaron actores italianos, lástima que la película debía ser en inglés y estos pobres diablos, que obviamente no tienen una pronunciación muy creíble, hacen una figura barbina, sin contar que ya de por sí no son el máximo de la expresividad. ¿Y los efectos splatter, preguntarán ustedes? Bueno, esos están. Contrariamente a lo que sostenían que la película no era splatter debido al alto presupuesto (un poco menos de un millón de dólares... una cifra irrisoria para una película común, pero una cosa de kolossal para Schnass, acostumbrado a las producciones miserables) y para dejar espacio a la atmósfera (¿pero cuál? Las escenas que deberían mantener pegados al asiento dan ganas de acostarse en el sofá), la sangre aquí fluye, simplemente se han evitado cosas excesivamente paroxísticas (como las diversas atrocidades de la trilogía de "Violent Shit"): entre horcas utilizadas como sondas traqueales, hachas y, sobre todo, una motosierra, los fans del gore pueden gritar con entusiasmo, ya que los efectos especiales están bien realizados y hacen olvidar los caseros de los inicios del director alemán. Lo mismo no se puede decir de los de Computación Gráfica, realizados por Sergio Stivaletti, que quizás sufren un poco demasiado de la falta de dinero disponible. Si no fuera por esto y por algunas soluciones interesantes (a veces Schnaas tiene destellos de genio), la película sería realmente para tirar a la basura. Lástima, porque de todo esto se podía sacar algo mejor.