RG
Roberto Giacomelli
•Laura ha comprado el orfanato donde creció de niña y ahora, junto con su marido Carlos y su hijo adoptivo Simón, tiene la intención de transformar el edificio en una casa de acogida para cuidar a niños discapacitados. El día de la inauguración, el pequeño Simón, después de una pelea con su madre, desaparece sin dejar rastro. A partir de ese momento, la vida de Laura y Carlos sufre un brusco descenso, sus sueños se rompen y, además, la mujer percibe extrañas presencias dentro de la casa, quizá las mismas de las que también hablaba Simón sin ser creído por sus padres. Pasados nueve meses de la desaparición del niño, los dos padres aún no han dejado de buscarlo y, como último intento, se dirigen a un equipo de parapsicólogos para que analicen la vivienda, convencidos de que las presencias que probablemente habitan allí puedan saber dónde ha terminado el niño.
En una de sus películas más conocidas, "La espina del diablo", el director Guillermo del Toro intentaba reflexionar sobre la misma naturaleza del "fantasma", definido en la película como un "evento terrible condenado a repetirse al infinito". El debutante Juan Antonio Bayona seguramente ha aprendido algo de su mentor Del Toro, que aquí figura como productor, pero no parece estar del todo de acuerdo con la definición dada por el personaje interpretado por Ferdinando Luppi en la ya citada película de Del Toro. Ya, porque en "The Orphanage" los fantasmas no son eventos terribles, o mejor dicho, lo que los hace tales es (la muerte, casi siempre ocurrida en circunstancias violentas), pero la condición misma de fantasma es una liberación o una afirmación de su ego. Bayona, sobre un guión de Sergio Sánchez, tiene la buena idea de abordar el tema de la historia de fantasmas introduciendo una idea original, es decir, contaminarla con el cuento de "Peter Pan": los niños fantasmas son un poco como los niños perdidos, el más allá es la Isla que no hay, un limbo en el que nunca se crece y se puede jugar todo el día todos los días. ¡Es incluso Peter Pan! Solo que en lugar de tener el aspecto de un niño ágil y despierto que vuela, aquí es un inquietante freak que oculta sus horribles rasgos bajo una máscara hecha de un saco de yute. Por lo tanto, la muerte es "un evento terrible" para los vivos, esos niños que regresaron de la Isla que no hay y ahora son adultos, pero los fantasmas, esos niños perdidos y nunca más regresados, están aquí "condenados" a jugar "al infinito" a 1, 2, 3, estrella y incluso capaces de derribar las diferencias que en vida los hacían extraños entre ellos.
Bayona es, por lo tanto, un "bueno", uno de esos que en una época de torturas y sangre a raudales en el horror prefiere un tono calmado y un mensaje positivo, que utiliza simbologías disneyanas para llegar a un final conciliador y conmovedor... disneyano, por supuesto. Y sin embargo, en una atmósfera impregnada de buenos sentimientos, aún logra colocar de vez en cuando estiletes al hígado que nos recuerdan que cuando se habla de niños muertos en una película de terror es bueno ser un poco cínicos y malos. Así que aceptamos voluntariamente una escena semi-splatter, algunos cadaveritos cremados y un giro final una vez más no telegráfico.
Por un lado, tenemos algunos elementos de agradable novedad en "The Orphanage", por otro, una descarada repetición de todos los tópicos y clichés del cine moderno de fantasmas europeo: mansiones góticas perdidas en el campo, crujidos siniestros, amigos imaginarios que luego no son tan imaginarios, el pasado que regresa, y mucho más. "La espina del diablo" y "Saint Ange", "Fragile" y "The Others", un poco todas las películas (en su mayoría españolas) que han hecho la fortuna del género en los últimos años y que ya han decretado que los niños, especialmente si son huérfanos, son excelentes fantasmas o presas de fantasmas.
Al analizar luego la película desde un punto de vista puramente técnico, hay que quedar plenamente satisfecho. Las escenografías de Josep Rossell son simples pero inquietantes, capaces de sumergir la historia en un tiempo fuera del tiempo (¿en qué período está ambientada la historia? En nuestro presente, pero no parece ser así), la fotografía de Oscar Faura está compuesta por penumbras perpetuas adecuadas para la historia y la dirección de Juan Antonio Bayona parece muy fluida y ordenada, sin renunciar a movimientos de cámara virtuosos y buscados. A todo esto, añadimos una Belén Rueda ("Mare Dentro", "Savage Grace"), en el papel de la protagonista, perfectamente encajada en el papel y capaz, en algunos momentos, de darnos una interpretación realmente intensa que le ha valido muchas nominaciones y varias victorias en festivales cinematográficos dispersos por todas partes.
Si Bayona hubiera logrado dar un poco más de personalidad a su trabajo y añadir también algunos momentos de tensión, lamentablemente completamente ausentes, "The Orphanage" habría podido competir por la mejor representación del ya corpulento género al que pertenece (historia de fantasmas europea). Sin embargo, sigue siendo una de las cumbres más altas alcanzadas hasta ahora.
Añade media calabaza a la votación final.