COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA

Estados Unidos de América, 1955, plena guerra fría. Los cónyuges Bell deciden, un poco por patriotismo y un poco por dinero, probar en un refugio antiatómico un nuevo suero antirradiación. Grabado algunos films de propaganda y alcanzado el refugio, los dos se encuentran en medio del desierto de Nevada, o más bien debajo, porque el refugio está situado a algunos metros de profundidad bajo el suelo, y son alcanzados por la explosión de un artefacto nuclear que golpea toda la zona circundante, refugio incluido, dejando a los dos, miedo aparte, aparentemente ilesos. Desafortunadamente, algún tiempo después del nacimiento de su hijito Sam, la pareja es encontrada quemada viva, parece por una especie de evento de combustión espontánea y nadie puede dar una explicación al evento. 35 años después, Sam, ahora adulto, se descubre capaz de generar incendios y quemar personas, todo en un crescendo de potencia cada vez menos controlable. Descubrir el misterio que envuelve su pasado lo hará, si es posible, aún más peligroso. Tobe Hooper ha demostrado en más de una ocasión ser un gran director, no solo por haber creado el culto "No abras esa puerta", sino por muchas películas, discutibles o no, que han dado vida a nuestro género, abarcando los géneros como todo buen cineasta independiente debe hacer. "Spontaneous Combustion" desafortunadamente es lo que se dice el último paso en falso de una carrera llena de altibajos, Hooper nos presenta un mundo, el de los años 50, lleno de personajes y ambientaciones de cómic, todos los personajes parecen salir de las páginas dibujadas de los cómics de Marvel: comienza con algunos films en blanco y negro que describen la preparación de los dos cónyuges para la prueba nuclear, no está mal el inicio del refugio, luego la tragedia. Basándose en lo que es a todos los efectos una leyenda urbana, la combustión espontánea, el director nos saca el ejército habitual malvado, los experimentos ilegales, y este famoso suero. La trama se presenta bastante risible, y nos hace recordar con ternura al joven director Ed Wood que, en la película de Burton, propone títulos alucinantes a los incrédulos productores, títulos como "El hijo del átomo", sí porque este desastre parece una pesadilla de Ed Wood, sin embargo, sin tener su ingenua genialidad, y no mejora en absoluto al mover la historia hacia adelante en los años, Sam, ahora adulto, interpretado por un Brad Dourif más loco que de costumbre, deambula por la película quemando a todos, incluido él mismo y nos ofrece una actuación exagerada representada por gritos histéricos y un continuo parpadeo de ojos. El elenco deambula en escenografías de pesadilla psicodélica sin tener la más mínima idea de lo que están diciendo o haciendo, los efectos especiales, decentes, se limitan a pequeños y grandes incendios, el horror está ausente, la ciencia ficción es un espejismo, el humor es totalmente involuntario. Hagamos como si esta película nunca se hubiera filmado, tan insulsa que ni siquiera puede presumir del título de película de culto. Para olvidar, tanto en la producción del director hay seguramente muchos títulos más apetecibles.