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Roberto Giacomelli
•España, 1944. La guerra acaba de terminar. Ofelia se muda con su madre embarazada, Carmen, a la residencia de su padrastro, el Capitán Vidal, un militar despótico que comanda un destacamento franquista. La misma noche de su llegada, Ofelia se encuentra con una hada que le pide que la siga hasta un laberinto situado en el jardín de la casa; aquí, Ofelia conoce a un Fauno, una criatura mitológica que le revela ser el guardián de un mundo fantástico y que ella misma es la princesa de este mundo, pero para ser reconocida como tal, Ofelia deberá enfrentar y superar tres pruebas. Mientras tanto, mientras Ofelia se prepara para ejecutar las órdenes del Fauno, un grupo de rebeldes antifranquistas intenta de todas las maneras penetrar en la residencia de Vidal.
Presentado en competición en Cannes 2006 y nominado para los próximos Oscar como mejor película extranjera, "El Laberinto del Fauno" se presenta como la última obra del talentoso mexicano Guillermo del Toro, autor ya consolidado del cine fata-horror, capaz de alternar pequeñas pero impactantes películas producidas en su país ("El Espinazo del Diablo") con megaproducciones hollywoodianas ("Hellboy"), sin fallar ni una sola vez.
"El Laberinto del Fauno" es el segundo capítulo de una trilogía muy personal que Del Toro ha querido dedicar a la Guerra Civil española y de la que el primer capítulo fue "El Espinazo del Diablo" y el último será "3993". Como en la película anterior, aquí también el punto de vista de la película es el de un niño, como para minimizar el horror de la guerra, filtrado a través de los ojos inocentes de un individuo seguramente más interesado en cómics o libros de hadas, aunque destinado inevitablemente a enfrentarse con el sufrimiento y la muerte. Sin embargo, si en su película anterior Del Toro ponía en escena un crecimiento interior del joven protagonista, haciendo de toda la historia una metáfora de la pérdida de la inocencia, en "El Laberinto del Fauno" toma la dirección opuesta, subrayando la importancia de la imaginación infantil y animando a no dejarse llevar por los eventos dramáticos y, por lo tanto, no perder la inocencia, porque solo este estado de pureza puede salvar el alma. La joven Ofelia es presentada de inmediato como una niña con la cabeza siempre en las nubes, capaz de imaginar historias de hadas y elfos en cada ocasión y, gracias a su vívida imaginación, será capaz de distraerse del horror que la rodea, de los topos sedientos de venganza infiltrados en el palacio de Vidal y, sobre todo, de Vidal mismo, un hombre egoísta, arrogante y de una crueldad casi inhumana, preocupado únicamente por ejecutar las órdenes de Franco y asegurarse una progenie que pueda llevar su nombre y el de su estimado padre.
La película se desarrolla en dos planos paralelos, aparentemente antagónicos pero totalmente funcionales entre sí: por un lado, tenemos el mundo real, sucio de sangre y cargado de odio; por otro, tenemos el mundo mágico con el que interactúa Ofelia, poblado de monstruos de madera, ogros comedores de niños, ranas gigantes y hadas-insectos; un mundo que puede asegurar a la niña una vida feliz lejos de las personas que pueden hacerle daño. Los dos planos tenderán a confundirse y fundirse en varias ocasiones, insinuando la duda en la mente del espectador sobre qué es real y qué no lo es, en una perfecta sincronía de géneros que va del fantástico al bélico.
Es debido precisar que "El Laberinto del Fauno" no puede ser considerado un verdadero film de terror, sino más bien un cuento negro, que sigue (y rinde homenaje) en varios puntos a "Alicia en el País de las Maravillas" de Carroll, aunque no escatima en escenas crudas al límite del splatter (en Italia la película está prohibida para menores de 14 años) y en secuencias realmente aterradoras, como ocurre en la espléndida escena del banquete, en la que Ofelia conocerá a un Ogro con los ojos en la palma de las manos, hambriento.
La dirección de Del Toro es, como de costumbre, impecable, aquí respaldada por una buena fotografía de Guillermo Navarro y por algunos decorados sugerentes. También los efectos especiales (tanto de maquillaje como digitales) son de alto nivel, al igual que las interpretaciones de todos los actores, entre los cuales destacan por su talento y caracterización de los personajes, la pequeña Ivana Baquero, en el papel de Ofelia (increíblemente parecida a Asia Argento de pequeña) y Sergi Lopez, en el papel del sádico e implacable Capitán Vidal. Una mención aparte merece el talentoso y muy maquillado Doug Jones que aquí interpreta tanto al Fauno como al Ogro, sometiéndose a horas y horas de agotadoras sesiones de maquillaje, tal como ya había hecho en "Hellboy", donde interpretaba al monstruo anfibio Abe Sapien.
En conclusión, "El Laberinto del Fauno" es una película que hay que ver absolutamente, capaz de apasionar, asustar, conmover y hacer pensar; una gran sorpresa para el público y una confirmación de talento para Del Toro.