RG
Roberto Giacomelli
•Tras una explosión atómica, la Tierra es reducida a un desierto árido y infestado de tumulus de gas nocivo. Algunos supervivientes se han refugiado en una casa búnker y entre ellos se crean de inmediato diversas facciones e inevitables peleas por el liderazgo. Mientras tanto, hombres y animales expuestos a la radiación han mutado y fuera de la vivienda merodea un monstruo con intenciones nada pacíficas.
Todo director independiente que aspire a rodar una película de fantasía/terror con un presupuesto mínimo debería ver "El monstruo del planeta perdido" y aprender de Roger Corman. Él, el rey indiscutible del bajo presupuesto para esta primera incursión en lo fantástico, solo tenía a su disposición 96.000 dólares, una miseria si pensamos que la película tendría que contar una Tierra destruida por el átomo y monstruos mutantes asesinos. Y sin embargo, jugando hábilmente con el ver/no ver y apostando todo por las dinámicas entre los personajes, Corman logró hacer una película de calidad que hoy es justamente celebrada como un clásico del cine fantástico.
"El monstruo del planeta perdido", que en su versión original se titula más pertinente "Day the World Ended", se rodó en 1955, es decir, en una época en la que en los Estados Unidos, así como en otras partes del mundo, aún se lloraba la bomba H de diez años antes y se temía una inminente guerra nuclear. Va de suyo que una película que tratara de las consecuencias de una explosión atómica y los monstruos que literalmente podría generar, era de gran actualidad y podía estimular la curiosidad de los espectadores. Al fin y al cabo, el cine siempre ha estado a la vanguardia de su tiempo y puede ser considerado uno de los medios más eficaces para exorcizar los miedos de la sociedad y, de hecho, en la película de Corman no es tanto el monstruo que merodea alrededor de la casa el que representa el núcleo de la historia, sino las tensiones que se crean dentro del grupo.
El hombre es responsable del mal en todo y por todo, tanto del colapso del Planeta como de la muerte de los pocos supervivientes. La visión particularmente negativa del director es pertinente con el período histórico y se concreta a través de las imágenes de una humanidad al garete en la que el más fuerte quiere ganar a toda costa destruyendo la inocencia y violando la naturaleza. Corman se vale de un buen elenco de actores para poner en escena un microcosmos conflictivo que por ciertos aspectos recuerda y anticipa "La noche de los muertos vivientes". El héroe Rick (interpretado por Richard Denning) es tan obtuso como el pérfido Tony (Mike Connors), pero su actuar es salvífico, a diferencia del de su némesis. El papel de la bella en peligro es de Lori Nelson, que en el momento crucial será llevada en brazos inconsciente por el monstruo, como manda la tradición. He aquí, el monstruo es la nota dolorosa de la película. Si Corman había logrado sortear la carencia de presupuesto haciendo que la película transcurría casi toda en el interior del búnker y centrándose en los personajes, dejando a pocas escenas el paisaje devastado por la bomba, con el monstruo no puede evitar mostrarlo. El mismo director ha declarado en una entrevista que, según él, el monstruo no debía verse y que si hubiera dependido solo de él nunca habría sido mostrado, pero el mercado exigía el enfoque visual con la amenaza mutante y, en consecuencia, los últimos diez minutos de la película, cuando efectivamente se puede ver el monstruo aparecido hasta ese momento solo en sombra, la credibilidad de la amenaza cae. El aspecto es feúcho y poco imaginativo y la realización mediante disfraz es menos que mediocre, haciendo aparecer al actor disfrazado más torpe que amenazante.
Pasando por alto este pequeño defecto que para algunos ha hecho envejecer la película más rápido de lo previsto, nos encontramos ante un buen fantaterror rico en tensión y ritmo dados por la inteligente gestión de los caracteres de los personajes.
Curiosidad. En 2001, Stan Winston y Samuel Z. Arkoff produjeron una serie de películas, llamada Creature Features, que recordaban en el título algunos clásicos de la ciencia ficción de los años 50. "El monstruo del planeta perdido" terminó en el caldero y en Italia el pseudo remake (que por cierto no tiene nada que ver con la trama del original) se llama fielmente "El día en que el mundo terminó", con Nastassja Kinski como protagonista y Terence Gross en la cabina de dirección.