LA OCTAVA PLAGA

En un laboratorio del Medio Oeste se están realizando, según el gobierno, experimentos genéticos con langostas destinados a combatir y eliminar todos los insectos dañinos para la agricultura. El experimento no sale como se esperaba y las langostas genéticamente modificadas escapan al control de los científicos y comienzan a deambular por los campos de la zona sembrando muerte y destrucción. Le tocará al entomólogo Colt y a su compañera Vicky enfrentarse a las temibles langostas y devolver la situación a la normalidad. No hay mucho que decir sobre esta película insulsa e inútil sobre el tema de las películas de bestias, porque basta con leer el argumento básico y hacer saber que se trata de un producto televisivo para hacer entender al espectador el nivel y la calidad de la película en cuestión. "Langostas: la octava plaga" representa el emblema de la inutilidad, una película que no tiene ningún propósito en la vida y no se entiende por qué siguen produciéndose películas de este tipo. Ahora estamos acostumbrados a ver de todo; especialmente si se sigue el mercado del home video, se puede notar que es alta la proporción de películas malas, y por lo tanto ya no nos sorprende ver distribuidas películas muy mediocres; pero lo que seguimos pensando y preguntándonos todos es por qué la gente sigue invirtiendo dinero valioso en la realización de películas como "Langostas: la octava plaga", películas que son fracasos estrepitosos incluso antes de nacer y que nunca lograrán obtener un éxito suficiente. La película, dirigida por Ian Gilmour (más activo como actor que como director) en 2005, decide inquietar al espectador sacando a colación las langostas que, a excepción de la famosa plaga bíblica, tienen realmente poco y nada de "inquietante" y por lo tanto, la idea de hacer una película de bestias televisada enteramente dedicada a las langostas parecerá aún más como una producción fútil cuyo interés es cero. Ya sean las abejas, ya sean las serpientes, ya sean las arañas, la historia sigue siendo la misma, lo que daría que pensar que es siempre el mismo guion el que se reutiliza aportando solo alguna mísera modificación: siempre hay el experimento gubernamental que por casualidad siempre terminará por fallar, siempre hay algún animal/insecto genéticamente modificado (que luego no se entiende por qué motivo, pero como efecto colateral siempre hay un aumento de la agresividad) y los dos científicos protagonistas, siempre un hombre y una mujer y casi siempre de buen aspecto, que están destinados a tomar las riendas de la situación y devolver todo a la normalidad. Pues bien, basta recurrir a este tipo de estereotipo cinematográfico, para describir por los pelos la película "Langostas: la octava plaga", una película que antes de ser vista ya se sabe cómo se desarrollará y cómo tenderá a concluir. Sobre todo lo demás es aconsejable echar un velo piadoso: actores aproximativos que ofrecen discutibles actuaciones, dirección anónima y a gusto perfecto con el estilo televisivo y efectos especiales burdos y de olvidar (las langostas a veces se realizan con una CGI a decir poco horrenda, a veces con unos muñecos más apreciables). Destacar la presencia de alguna escena sangrienta esporádica y burda (cosa por otra parte muy rara para una película televisiva de este tipo) que por otra parte, en vez de hacer la alegría del fan del horror, no puede más que deprimir por la banalidad y la gratuidad (como la secuencia en la que una langosta traspasa, como si fuera un proyectil, el cuello de un tipo en el Luna Park). En conclusión "Langostas: la octava plaga" no es solo una mala película, porque antes de serlo es sobre todo inútil. Una película indudablemente para evitar y/o olvidar.