RG
Roberto Giacomelli
•Un asesino en serie está aterrorizando una pequeña ciudad del sur de Italia. El asesino secuestra a jóvenes mujeres y, antes de matarlas, las tortura, respetando los métodos en los que se matan a las víctimas en las novelas de suspense de la exitosa escritora Dora Pelser. El caso lo investigan la inspectora jefe Elena D'Aquino y el inspector Valerio Costa, que centran de inmediato su investigación en la escritora y en quienes la rodean.
En el renacer del deseo de hacer cine de terror y thriller en Italia, lamentablemente relegado casi exclusivamente al sector independiente, se ha podido notar un llamamiento a menudo muy explícito al buen thriller italiano que fue, el "spaghetti thriller" – como lo llamaban en el extranjero – que tanto marcó una época de nuestra cinematografía y que nos ha sido envidiado a menudo por otros países. El cine de Mario Bava, Umberto Lenzi, Sergio Martino y, por supuesto, Dario Argento, que de una manera u otra ha sido citado en varios trabajos independientes de los últimos años, desde "Come un crisalide" de Luigi Pastore hasta "Ubaldo Terzani Horror Show" de Gabriele Albanesi, pasando por "Darkness Surround Roberta" de Giovanni Pianigiani. Ahora llega un nuevo título que bebe con fuerza de ese imaginario tan vívido en la mente del espectador cinéfilo y en los cineastas más cultos y genuinos "nerds", se titula "Nero infinito" y es la ópera prima de Giorgio Bruno.
Se identifican claramente desde el principio los puntos de referencia del director, que se extienden, precisamente, al thriller italiano de los años 70 y quizá aún más de los años 80, con un guiño pesado a "Tenebre" de Dario Argento (¿el mismo título "Nero infinito" no es acaso sinónimo de tinieblas?), retomado tanto por algunos momentos culminantes de la trama narrativa como por las hermosas músicas de Marco Werba. El recurso del libro que estimula la imaginación del asesino, la cámara que se demora en los detalles en el antro de la "bestia" como característica argentiana y una cierta crudeza al representar algunos asesinatos. El catanés Giorgio Bruno tiene, pues, puntos de referencia sólidos que evoca con gusto, demostrando también ser bastante hábil en la búsqueda de cortes de encuadre nunca banales.
Sin embargo, "Nero infinito" no convence en todos sus componentes. A pesar de esta poderosa voluntad de hacer el "spaghetti thriller", en más de una ocasión la ópera prima de Bruno termina pareciéndose más a cierta ficción policial que desde hace demasiado tiempo abarrota las primeras noches televisivas, con puntas de descuido que van a tocar muchos aspectos técnicos/artísticos de la obra. En primer lugar, la confección de la película no es de las más refinadas y se puede notar una fotografía plana y brillante que recuerda a ciertos programas de televisión, así como el cuidado de las escenografías muestra demasiado la naturaleza low-low-budget de la obra. Tampoco convencen del todo los actores y si Rosario Petix resulta simpático y capaz, así como no disgusta la ex vedette televisiva Francesca Rettondini en el papel de la policía dura, el resto del reparto muestra carencias interpretativas a veces evidentes.
Punto en contra de "Nero infinito" también la guion que se apoya en algunos diálogos "scult" que a veces hacen sonreír involuntariamente y se apoya en una trama de misterio un poco débil, con giros inesperados ampliamente anticipables.
Los amantes del gore y la violencia podrán quedar satisfechos en más de una ocasión con un par de escenas muy fuertes, empezando por la de la lengua cocinada y los labios cosidos que quizá citan "La Casa 4", o quizá no.
En general, "Nero infinto" solo convence en parte, si el espectador más avezado podrá apreciar la voluntad y la pasión por evocar cierto buen cine italiano de género, el espectador común probablemente terminará por centrar su atención principalmente en los defectos de los que se hace cargo la película. Por el momento dejamos el juicio en suspenso y esperamos a Giorgio Bruno en una segunda obra que quizá deje de lado la pasión cinefílica y se centre en otros aspectos necesarios para hacer de una película una buena película.
En cameos afectuosos aparecen como actores los directores de culto Enzo G. Castellari, Claudio Fragasso y (en una sola escena) Ruggero Deodato.