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FRECUENCIA MACABRA (PONTYPOOL)

Pontypool

2009 CA HMDB
marzo 6, 2009

Thriller psicológico que presenta una situación en la que un virus mortal infecta la pequeña ciudad de Ontario.

Directores

Bruce McDonald

Reparto

Stephen McHattie, Lisa Houle, Georgina Reilly, Hrant Alianak, Rick Roberts, Daniel Fathers, Beatriz Yuste, Boyd Banks, Hannah Fleming, Laura Nordin
Horror Fantascienza Mistero

RESEÑAS (1)

AC

Andrea Costantini

Estamos en Pontypool, una pequeña ciudad canadiense nevada. Grant Mazzy es el provocador presentador de una radio local, cuyo programa está cargado de sarcasmo y vulgaridad. Durante su transmisión, Grant cuenta un hecho curioso que lo involucró mientras se dirigía al trabajo: una mujer en estado evidente de alteración que farfullaba cosas sin sentido. Durante la transmisión llegarán otros testimonios de personas en estado de confusión y tanto Grant como los técnicos de la radio entienden que está sucediendo algo grande y aterrador afuera. Algunos testigos incluso cuentan haber visto personas que se comían unas a otras. A menudo, en los últimos años, las tres llamadas unidades aristotélicas de tiempo, espacio y acción han sido tomadas, manipuladas y alteradas en el cine, especialmente en el género que tanto amamos. Películas como las diversas "Paranormal Activity", enteramente ambientadas en una casa o aún más extremas como "Buried", cuya historia se narra durante toda la duración de la película desde el interior de un ataúd, han hecho más que lanzar una moda: han establecido las nuevas reglas de la tensión. "Pontypool" no es menos, película independiente realizada con unos pocos dólares y un puñado de actores que mantiene las mismas reglas que las películas mencionadas anteriormente, pero desplaza la acción a una estación de radio. Pero no es este el tema de atención de la película. La ambición del director y del guionista es tan alta que no solo limitan la acción a un lugar tan pequeño como carente de ideas para una película de terror, sino que buscan realizar una película de zombis prácticamente sin zombis, utilizando un método de contagio singular (y nunca visto antes): la palabra. Bien sí, se acabaron las mordeduras contagiosas, se acabó el virus de la rabia, se acabaron las epidemias sin explicación. El contagio está en nuestras bocas y en las palabras que usamos. Si se pasa por alto la excepción de la única verdadera escena de terror de la película, en la que una chica infectada golpea su cabeza ensangrentada contra el vidrio de la cabina de la estación de radio bajo los ojos asustados de los sobrevivientes, el resto está hecho solo de palabras y es aquí donde la idea genial deja de funcionar. En el papel, seguramente tiene un efecto, en la transposición ha perdido inevitablemente su encanto. Aunque muchos hayan gritado al milagro, "Pontypool" habría funcionado a la perfección como libro o incluso solo como guion porque en la transposición en imágenes, después de una curiosidad inicial, el interés disminuye escena tras escena. La última parte es la causa del hundimiento de todo porque, como expone el dicho "show don't tell", mostrar es mejor que contar, la explicación de la motivación del contagio contada en los mínimos detalles resulta carente de mordiente y hasta ridícula. Se comprenden las motivaciones de una elección de este tipo ya que se trata de una pieza teatral para espectadores con los ojos vendados, de una película contada como si el medio de transmisión fuera justamente la radio y no el cine. Si hubieran optado por un final con algunas imágenes más y algunas palabras menos, y por qué no, con la adición de algunos zombis, quizás ahora estaríamos hablando de un culto. Una oportunidad desperdiciada porque con una idea tan buena en mano, un argumento fuerte y también cargado de simbolismos (el poder de la comunicación) se podía hacer mucho más. Añadir media calabaza por la buena idea.