RG
Roberto Giacomelli
•Lester es un joven inadaptado: burlado por sus compañeros de escuela, golpeado por los matones y rechazado por las chicas; su único pasatiempo es quedarse encerrado en casa dibujando. Una noche, Lester encuentra el valor para reaccionar contra uno de los amantes ocasionales de su madre, pero es agredido y asesinado por el hombre. El asesinato se hace pasar por un suicidio y el caso se archiva de inmediato, pero el espíritu sin paz de Lester se reencarna en un espantapájaros. Esta es la oportunidad para vengarse de todos los agravios sufridos. El espantapájaros, antiguo tótem que representa los miedos más primitivos, los terrores primordiales que atormentan al hombre, el símbolo de los miedos que están dentro y fuera de nosotros. Un monstruoso y inquietante muñeco de paja que nos observa con mirada vacía desde su posición estratégica y con toda su ambigua superioridad. Una figura fascinante, por lo tanto, que se presta muy bien al imaginario de terror en celuloide pero que ha sido poco explotada; hasta que se convierte en la protagonista absoluta de esta película de 2002: una tontería sin igual que se quema en un mar de idioteces un argumento fascinante y un boogeyman inquietante. "Scarecrow" resulta ser una película slasher desorganizada, que pone en escena una serie de hallazgos de un ridículo involuntario clamoroso: comienza con un guión desvencijado que procede inicialmente de la manera más clásica (mostrando al espectador la vida miserable que lleva el protagonista) para arrugarse en el momento en que entra en escena el monstruo con una serie de personajes que aparecen y desaparecen sin ninguna lógica y secuencias intrusas que poco tienen que ver con la historia narrada en la película, probablemente añadidas solo para alargar la película unos minutos. Los personajes están totalmente equivocados: el protagonista perdedor puede ser creíble, pero luego entran en escena una serie de personajes secundarios tan superficiales que cuesta recordarlos inmediatamente después de ver la película. Seguramente, sin embargo, el verdadero defecto clamoroso de la película es la figura del espantapájaros que, aunque está realizado con una estética atractiva y todo bastante logrado, es totalmente para reírse por la caracterización del carácter. En primer lugar, está dotado de palabra y apenas abre la boca pronuncia ridículas bromitas que hacen erizar la piel por lo fuera de lugar que parecen. Segundo error clamoroso, que lleva al espectador a jugar al piattello con el DVD de la película, es la idea de hacer comportar al espantapájaros como un ninja: saltos mortales, volteretas, patadas voladoras y tomas desde el suelo; en resumen, hacen que este boogeyman haga todo lo que un boogeyman de una película de terror nunca debería hacer para no ser pesadamente insultado por el espectador que asiste atónito a sus acciones. La dirección de Emmanul Itier es miserable y muy televisiva y el reparto está compuesto por un grupo de miserables desconocidos de dudoso talento; aquí y allá se vislumbran algunas escenas gore, pero demasiado pocas para satisfacer al espectador. Curiosamente, en los créditos finales aparece escrito que la película está dedicada a Dario Argento y a una serie de otros grandes del cine de terror mundial (se ven los nombres de Carpenter, Romero, Craven, Hooper, Yuzna, Gordon), una dedicatoria que deja aún más atónito pensando en los grandes nombres a los que apuntaba el pequeño Itier.