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Cristina Russo
•Lothar Schramm está boca abajo en el suelo, al pie de una escalera, en un charco de sangre. Los periódicos titulan « Muerto el asesino del lápiz labial ». Solo e indefenso, el hombre revive algunos episodios de su vida, unos instantes antes de morir, en un torbellino de delirio y alienación.
Cuarta obra del alemán Jorg Buttgereit, quien debutó con una de las películas más controvertidas y malsanas de la historia del cine de nicho: « Nekromantik », historia de amor y necrofilia a la que el director también dio una secuela (menos exitosa), después de haber incursionado en una película de episodios que tiene como único y central tema la muerte, « Der Todesking », que se distingue en su producción sobre todo por ciertos manierismos de estilo. « Schramm » cuenta la vida de un asesino en serie, y lo hace a través de continuos flashbacks, mostrando no tanto las hazañas del asesino, sino más bien su existencia enferma; transformando sus pensamientos y estados de ánimo en una serie de imágenes oníricas y locas. La atención está dirigida casi exclusivamente al lado más « humano » del protagonista, a su malestar existencial, a la vida miserable que lleva en total soledad. La única persona con la que se relaciona es una prostituta frustrada (interpretada por Monika M. ya protagonista de « Nekromantik 2 »), que vive en el apartamento contiguo al suyo y hacia quien parece albergar sentimientos ambiguos. Detrás de la amabilidad y la disponibilidad que el hombre reserva a la amiga, se esconde la frialdad y la crueldad de un asesino, de sexualidad desviada y mente retorcida. La película es un crescendo de visiones delirantes, repetidas una y otra vez, que se mezclan y entrelazan con la realidad, dando lugar a un escenario caótico y surrealista que desorienta y sorprende al espectador. Las ubicaciones, escuetas y sórdidas, no hacen más que acentuar la desolación en la que se ahogan Schramm y la mujer, con una resignación que casi suscita compasión y comprensión. No faltan las escenas de violencia puramente física, respaldadas por buenos efectos especiales, realizados con un presupuesto bastante limitado. Por supuesto, no nos ahorran las perversiones sexuales de nuestro hombre, atormentado por alucinaciones con un sabor cronenberghiano, cuya locura lo lleva a cometer actos de violencia extrema incluso en sus propias partes íntimas, haciendo estremecer incluso al espectador menos sensible.
Un halo de dramatismo envuelve la película: a los reprobables actos del protagonista se alternan momentos en los que se le ve feliz e insouciante: si es fruto de la imaginación o de la memoria no se sabe pero en cualquier caso esta dualidad casi esquizofrénica nos regala instantes de angustia y tristeza difíciles de olvidar.
Técnicamente, encontramos una dirección más cuidada y lúcida que en « Nekromantik » pero ciertamente menos pretenciosa que en « Der Todesking », caracterizada por las consabidas tomas circulares a las que el director nos ha acostumbrado, y por un juego de colores para acentuar la no linealidad de la película. También cabe mencionar la banda sonora de piel de gallina (como en las otras películas), compuesta entre otros por algunos miembros de la banda en la que toca Florian Koerner Von Gustorf, el actor que interpreta a Schramm.
Una obra maestra del weird, sucia, intensa pero también cargada de significados y única en su género, parida de la mente genial de un director que no ha (casi) fallado un golpe.
Para concluir, les señalo la Special European Edition del DVD, que contiene dos discos, uno de los cuales está lleno de contenidos especiales muy interesantes; el único defecto son los subtítulos pero afortunadamente los diálogos son reducidos al mínimo.
Si tienen ganas de emprender un viaje impactante y sugerente, esta es la película adecuada.