RG
Roberto Giacomelli
•Canadá, 1815. Dos hermanas, Ginger y Brigitte, deambulan por el bosque en busca de refugio. Brigitte cae en una trampa para osos y es socorrida por un joven indio que la cuida y las conduce, junto a Ginger, a un fuerte habitado por un grupo de mercaderes que llevan meses esperando refuerzos y provisiones. Las dos chicas son inmediatamente tomadas en antipatía por la mayoría de los hombres, que las ven como portadoras de desgracias, a excepción del capitán, que acaba de perder a su esposa y a su hijo, devorados por misteriosas criaturas que viven en el bosque y atacan periódicamente el fuerte. Durante una noche, en un limbo entre sueño y realidad, Ginger es mordida por un extraño ser que vive en los sótanos y comienza a manifestar lentamente signos de licantropía. Cuando los habitantes del fuerte se dan cuenta de que la chica ha sido contaminada, la obligan a abandonar el refugio. Ginger y Brigitte se alejan del fuerte, pero un funesto destino las llevará de vuelta a ese lugar.
Distribuido en pleno verano, es decir, en la época en la que el espectador italiano prefiere mantenerse alejado de las salas de cine, este "Licantropia" no es más que el tercer y, por ahora, último capítulo de la saga "Ginger Snaps"; aunque los distribuidores italianos han ignorado completamente e inexplicablemente el segundo capítulo, y no han distribuido el primero, ni en salas ni en home video, que se ha tenido que conformar con algunas breves apariciones en horas tardías en las cadenas Rai.
"Licantropia", en realidad, es un prequel del primer "Ginger Snaps" y nos propone la misma situación y la misma trama que las películas anteriores, con las dos hermanas (interpretadas de nuevo por Katharine Isabelle y Emily Perkins) enfrentándose a la maldición del hombre lobo; aunque en este caso varía la época y el lugar de la acción: en lugar del típico pueblo de provincia, la acción se traslada a un fuerte en el Canadá del 800, un lugar y una época que nos recuerdan la bella película de Antonia Bird "Ravenous", con la que comparte también la presencia del mito del wendigo. Otra clara referencia es a "Phenomena" de Dario Argento, que en una secuencia es explícitamente homenajeado... (dejo a vosotros la sorpresa de descubrirlo).
"Licantropia" se beneficia de una sugerente atmósfera de cuento de hadas, caracterizada por una niebla perpetua e inquietante que rodea todo y a todos; los lugares de ambientación son fundamentales: los exteriores (el bosque) son lugares de temor debido a la presencia de los hombres lobo, pero la verdadera amenaza proviene del interior, de la tensión emocional y del fuerte prejuicio bigoto y racial que vive entre los habitantes del fuerte, así como la criatura que deambula por los sótanos de la fortaleza, asimilable al mal que nace y crece dentro de Ginger, un mal antiguo y folclórico que conduce a un destino ya escrito y anticipado por las visiones de una vieja chamana.
Desafortunadamente, la película en cuestión también se hace portadora de varios límites. Principalmente, la película parece bastante débil y decepcionante en el epílogo final: desde el momento en que las dos hermanas huyen del fuerte y van a buscar a la chamana, la película parece atascarse, mezclando la historia de la maldición de Ginger con el mundo místico de la cultura de los nativos americanos, marcado por visiones y premoniciones. El clímax final, que prevé el esperado enfrentamiento entre hombres lobo y humanos, deja un poco de amargura, especialmente por la casi total ausencia de escenas splatter o gore, de las que se esperaba su presencia y que seguramente habrían beneficiado. Los hombres lobo, extrañamente (y afortunadamente, añadiría), están realizados sin el uso de efectos digitales, sino con viejos trucos mecánicos, estilo años 80, que, aunque en algunos casos resultan toscos, aparecen claramente bien hechos y fascinantes.
En conclusión, "Licantropia" es una buena película que se beneficia de una primera parte envolvente y de efectos old style apreciados, pero está marcada por una segunda parte débil y un clímax final que no está a la altura de las expectativas. Merece una visión.