11:11 EL MAL TIENE UN NUEVO NÚMERO

A los siete años, Sara presencia el asesinato de sus padres a manos de dos criminales recién fugados de prisión. Los asesinos dejan junto al cuerpo de la madre de Sara las cifras 11:11 escritas con la sangre de la mujer, antes de ser abatidos por la propia niña con un arma de fuego. Dieciocho años después, Sara está en la universidad y sigue atormentada por aquel trágico evento, que le es recordado por las frecuentes apariciones del fantasma de su madre. La llegada de una misteriosa mujer, que parece haber vivido todo el tiempo a la sombra de Sara, y la ocurrencia de extraños accidentes mortales que afectan a quienes maltratan a la joven, marcan el inicio de una cadena de eventos relacionados con las cifras 11:11 y una enigmática profecía. Se dice que algunas personas experimentan frecuentemente una alteración de la conciencia perceptiva que se manifiesta a través de la aparición recurrente de las cifras 11:11, a menudo visibles en relojes digitales. Partiendo de esta premisa, "11:11 - El miedo tiene un nuevo número" es una película canadiense de 2004 rescatada para una fugaz aparición en las salas italianas a principios del verano de 2006, probablemente para aprovechar (y adelantarse) al éxito anunciado del igualmente metafísico y paranormal remake de "La Profecía". Una película mala e inútil, estos dos adjetivos bastan para describir este largometraje insulso dirigido por Michael Bafaro; una cinta que intenta explorar muchas vías sin desarrollar ninguna. Comienza con la historia de las cifras 11:11, enmarcada en un contexto de thriller paranormal, pero este tema se abandona por completo en la última media hora de la película; se intenta construir una historia de fantasmas, con las continuas apariciones de la madre muerta de la protagonista, pero esto carece de sentido narrativo y también se deja de lado en la última parte. También se intenta un enfoque de slasher fantástico al estilo de "Destino Final", con muertes aparentemente dictadas por el destino, aunque nunca espectaculares ni mínimamente gore; un detalle igualmente inútil que parece ser un simple adorno narrativo para captar de vez en cuando la atención del espectador. En la última media hora fatídica de "11:11 - El miedo tiene un nuevo número", después de que todo lo construido durante más de una hora de película es inexplicablemente abandonado, se toma el difícil camino de las profecías apocalípticas, un tema que encaja mal con el resto de la historia y que, naturalmente, también queda poco desarrollado y suspendido con un final irritante y, si se quiere, bastante idiota. No se salva nada en este "11:11", ni la dirección apagada y muy televisiva de Bafaro, totalmente incapaz de generar la más mínima tensión, ni las interpretaciones de los actores, desde la mediocre protagonista Laura Mennell hasta el pésimo Paul Dzenikiw en el papel del mejor amigo de Sara. El guion desarticulado es obra de Pat Bermel, autor también del poco logrado slasher "Ripper - Cartas del infierno". Para evitar a toda costa.