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Roberto Giacomelli
•Europa, siglo XIV. Behmen y su amigo Felson, dos desertores cruzados, llegan a Marburgo, una de las muchas ciudades afectadas por la peste negra que asola toda la región. Los dos caballeros son detenidos y llevados ante el Cardenal local moribundo que les amenaza con hacerlos arrestar por deserción, a menos que acepten una peligrosa misión: deben escoltar a una joven mujer acusada de ser una de las brujas portadoras de la peste hasta el monasterio de Severako donde los monjes celebrarán el juicio y un antiguo ritual para liberar la región de su maldición. Behmen y Felson aceptan y emprenden el viaje en compañía de un sacerdote severo, un caballero desilusionado, un estafador que conoce el territorio y un joven aspirante a caballero. El viaje estará lleno de peligros que rozan lo sobrenatural.
El título original de la última película del director de acción Dominic Sena ("Codice Swordfish"; "Whiteout - Blanco mortal") es "Season of the Witch" y la memoria del espectador más avezado vuela hacia el segundo largometraje de George Romero, en el que "La Bruja" del título se erguía como símbolo de la emancipación femenina. Tranquilos, la película de Sena, a pesar de la similitud del título, no es un remake de la olvidada obra romeriana, sino un horror medieval que habla de brujas, peste y posesión demoníaca.
La distribución italiana, quizá en consideración de los modestísimos ingresos en territorio estadounidense, está impulsando "Season of the Witch" hacia territorios que no le corresponden, decididamente engañosos, comenzando con un cambio de título - "El último de los templarios" - que astutamente evoca el primer exitoso film del díptico "National Treasure" - "El misterio de los templarios" - que solo comparte con la película de Sena a Nicholas Cage en el papel principal. El tráiler apunta mucho a la acción y batallas espectaculares, que al ver la película nos damos cuenta de que están relegadas como prólogo en unos pocos minutos iniciales. Agotado el espíritu guerrero, "El último de los templarios" se presenta como un sólido horror de ambientación histórica, muy americano - quizá demasiado - por algunas elecciones narrativas y por la puesta en escena grandilocuente.
La película de Sena tiene a su favor una serie de méritos que no se deben subestimar. Comencemos diciendo que se nota de inmediato un enfoque fresco y original del género de terror que mezcla con éxito acción, miedo, atmósfera, un toque de fantasía y - ¿por qué no? - un pellizco de comedia de buddy.
Al final, el elemento predominante es precisamente el terror, que surge ya de una introducción muy lograda que pone en escena una de las escenas con una bruja más logradas desde "El ejército de las tinieblas". Sena tiene además el mérito de mantener siempre la atención del espectador con un ritmo bien gestionado y escenas de miedo y/o asco dosificadas con eficacia. Por lo general, se juega con los efectos espeluznantes de la peste, pero no faltan ataques de lobos hambrientos y manifiestamente demoníacos, incursiones de monjes zombis apestados y travesías adrenalinicas sobre un precipicio (la escena del puente, una de las mejores de la película).
El elemento en el que la película de Sena se desborda por exceso de kitsch es el final retumbante que no escatima en monstruos y gráficos por computadora. Hablemos claro, una desviación similar puede estar bien y está en perfecta sintonía con la construcción narrativa global de la película, así como los efectos especiales parecen de buena factura, pero no se puede evitar sonreír ante lo que se nos presenta ante los ojos. Otro punto doloroso son los diálogos. Bragi Schut firma un guión ordenado con personajes de caracterización casi de B-movie, eficaces cuanto basta; el problema son muchos diálogos escritos como si debieran ser pronunciados en un contexto del siglo XXI y no del XIV, que van así a quitar credibilidad a algunas escenas. Curioso encontrar también en esta película una crítica explícita a la Iglesia, como institución manipuladora, fuertemente politizada e encarnación de un mal egoísta que incide en la comunidad en su totalidad. En los últimos meses el ataque a la Iglesia por parte del cine de terror americano (véase también "Priest" y "The Last Exorcism", solo para citar un par de títulos) está convirtiéndose en un dato que sería interesante analizar (de cierto no en esta sede).
El reparto de "El último de los templarios" es heterogéneo y bien seleccionado, con los siempre excelentes Nicholas Cage ("Drive Angry - Al infierno y de vuelta") y Ron Perlman ("Hellboy") en los papeles principales, acompañados por el bueno Stephen Graham ("Piratas del Caribe: Navegando aguas misteriosas") y los jóvenes Claire Foy ("Being Human"), en el papel de la presunta bruja, y Robert Sheehan ("Misfits") en el del aspirante a caballero. En un pequeño papel también Christopher Lee, que interpreta al Cardenal moribundo que asigna la misión a Behmen y socios.
"El último de los templarios" es una película que sin duda se presta a ser criticada por quienes buscan una película seria y oscura que aborde la Edad Media pestilente. A realizar esta tarea está el bueno "Black Death" de Christopher Smith, con "El último de los templarios" estamos en el terreno del blockbuster hollywoodiano, buen cine de entretenimiento que presenta una serie de ases en la manga que no se deben subestimar en cuanto a ritmo y hallazgos de terror brujeril que no decepcionarán a los amantes del cine de miedo.
