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Roberto Giacomelli
•Un agente del FBI es secuestrado en un pequeño pueblo nevado de Virginia Occidental y al mismo tiempo, el padre Joseph, un sacerdote excomulgado por acusaciones de pedofilia, comienza a tener extrañas visiones. La policía sigue las indicaciones del sacerdote y encuentra miembros humanos enterrados en el hielo. En este punto, los agentes Whitney y Drummy deciden utilizar las habilidades del padre Joseph para encontrar al agente desaparecido. El caso resulta ser más complicado de lo previsto y así la agencia gubernamental decide contactar a los exagentes Mulder y Scully, antiguos miembros de la sección del FBI dedicada a la investigación de casos sobrenaturales: los expedientes X.
A pesar de que el departamento del FBI dedicado a los expedientes X lleva cerrado varios años para los espectadores televisivos, los exagentes Mulder y Scully no logran mantenerse alejados de los problemas. Y si podemos entender las razones de Mulder, siempre fascinado/obsesionado por los misterios y lo sobrenatural, nos cuesta pensar que sea Dana Scully, ahora una cirujana de cierta fama y elemento escéptico de la pareja, quien se convence primero en volver a investigar un caso inexplicable para la razón humana. Es así como comienza "Expedientes Secretos: Quiero creer", segunda película cinematográfica de una de las series más queridas de la pequeña pantalla.
En realidad, pocos se habrían esperado que a diez años de distancia del primer filme y a seis del cierre oficial de la serie de televisión, los amados agentes Mulder y Scully volverían juntos y, además, en la gran pantalla. Sin embargo, la tenacidad de Chris Carter, creador histórico de la serie, y el apoyo de los innumerables fans han permitido que los expedientes X se abrieran por última (?) vez.
"Expedientes Secretos: Quiero creer" tiene a su favor una frescura que difícilmente nos habríamos podido esperar de una operación de casi reciclaje y el mérito va principalmente al buen trabajo de guion y a la excelente actuación de los dos actores protagonistas. La historia, escrita y guionizada por Frank Spotnitz (una larga carrera televisiva entre las que se encuentran "Expedientes Secretos" y "Millennium") y el mismo Chris Carter, no va a explorar los misterios del universo y las conspiraciones gubernamentales con las que solían enfrentarse los dos protagonistas en la serie de televisión, sino que trata un tema más realista (por cuanto la palabra es adaptable al universo expedientes X) y, sin duda, más actual. Carter y Spotnitz deciden adentrarse en el mundo del tráfico clandestino de órganos, despistando continuamente al espectador con falsas pistas que conducen a una solución final que tiene de lo increíble, quizá un poco de lo implausible, pero que queda de seguro efectista, sobre todo para los amantes del horror quirúrgico. El elemento sobrenatural está asegurado por la presencia del padre Joseph y sus capacidades sensitivas, un personaje que tiene una gran importancia en la narración de esta película y una buena caracterización. El padre Joseph, interpretado por un buen Billy Connolly ("Timeline"; "Fido"), es el elemento "perturbador" por excelencia, capaz de conmover los ánimos de la pequeña comunidad montañesa en la que vive debido a su terrible pasado de pedófilo y capaz de dividir conceptualmente las creencias de Mulder y Scully. Al mismo tiempo, el padre Joseph es sinónimo de esperanza: esperanza para la policía y toda la comunidad que confía en él para el rescate de las mujeres desaparecidas; esperanza para Scully en cuanto elemento de identificación y símbolo de fe perdida y quizá recuperada; esperanza para sí mismo en una redención de los pecados cometidos. Una figura trágica y "incómoda", metafóricamente conectada a todos los hechos y personajes puestos en juego en el asunto.
Fox Mulder y Dana Scully, siempre excelentemente interpretados por los recuperados David Duchovny y Gillian Anderson, alcanzan niveles de caracterización inusuales para una película de género. Sin duda, fuertes de un largo pasado de profundizaciones y evoluciones psicológicas ofrecidas por la larga permanencia televisiva, los dos exagentes del FBI aparecen aquí como individuos ahora alejados de su pasado, deseosos de olvidar para siempre las alegrías y, sobre todo, los dolores que los expedientes X les han causado. Mulder aparece cínico y curioso como de costumbre, aparentemente inmune a las numerosas heridas abiertas y, sin embargo, nunca cicatrizadas que continúan atormentándolo. Su colega Scully, ahora convertida en cirujana, disfruta de una escritura aún más compleja y se la describe como una persona más vulnerable y emotiva, profundamente marcada por los eventos y en conflicto con su propia fe. De hecho, es su relación con la fe la que representa un punto crucial de la narración, expresada por el conflicto interno entre su deseo de redención moral, catalizado por la empresa de rescate del niño enfermo, y el odio por la crueldad del destino. Para subrayar esta búsqueda de fe, está luego la repugnancia hacia el padre Joseph, emisario divino capaz de actos inmorales sobre sus chiquillos, pero al mismo tiempo la única persona capaz de llevarla a un equilibrio moral a través del enfrentamiento.
Hay que subrayar que el regreso de "Expedientes Secretos" no es exactamente todo rosas y flores. El estrecho vínculo que hay entre esta película y la saga televisiva la hará probablemente poco accesible para quienes no están familiarizados con los episodios de televisión, debido a los demasiados referentes dados por sentados y a las personalidades complejas de los personajes que son un claro reflejo de años y años de evoluciones características. Tampoco el ritmo, a pesar de la historia envolvente, es de los más fluidos, mientras que el final parece un poco demasiado apresurado.
La impresión, en definitiva, es que "Expedientes Secretos: Quiero creer" es un episodio descartado de la serie de televisión y ahora recuperado e inflado para un pase cinematográfico. El hecho es que, en cualquier caso, se trata de un episodio de gran calidad.
Imprescindible para los fans nostálgicos de la serie de televisión, agradable pero quizá a veces un poco difícil para los demás.
