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Roberto Giacomelli
•Scott debe casarse, así que su amigo Carter le organiza una despedida de soltero en Las Vegas. Los dos mienten a la futura esposa de Scott sobre el destino del viaje y parten juntos con Mike y Justin para un fin de semana inolvidable. Al llegar al lugar, los cuatro amigos se dirigen a un casino donde son abordados por dos chicas que los invitan a ir todos juntos al Strip, un local un poco fuera de la ciudad. Entre bellas mujeres y alcohol, los cuatro chicos pronto se emborrachan y al despertar están en su habitación de hotel... todos menos Mike, que está prácticamente desaparecido. Los tres se ponen entonces a buscar a su amigo, buscan a las dos chicas que los abordaron y pronto caen en las garras de Elite Hunting, el exclusivo club que vende la muerte.
Huérfanos de Eli Roth, director de los dos "Hostel" anteriores que aquí se retiró, los productores de una de las series más famosas del género torture porn deciden seguir con el hostal de la tortura y el malévolo club para ricos sádicos que hay detrás. Al timón del film está Scott Spiegel, conocido por el público de terror por la dirección del slasher "Intruder - Terrore senza volto" y "Dal tramonto all'alba 2", además de ser uno de los productores de Hostel desde la primera película. El cambio de director, guionista y la naturaleza direct to video de este tercer film se notan muchísimo y en general "Hostel: Part III" no solo resulta el más débil de la trilogía, sino que se presenta como una película realmente muy mala en sí misma, independientemente de las comparaciones.
Al leer la trama, inevitablemente viene a la mente uno de los títulos destacados de la reciente filmografía de Hollywood, "Una noche en Las Vegas", la comedia de Tod Phillips con la que increíblemente "Hostel: Part III" tiene varios puntos en común a nivel narrativo. No sabemos si la cosa es intencional o no, el hecho es que cambiar la ubicación y el modus operandi del Elite Hunting Club no ha beneficiado en absoluto a la película. Uno de los puntos fuertes de las películas de Roth era precisamente el ambiente europeo, ese sentido de extrañeza que los personajes sentían en lugares que parecían fuera del tiempo, increíblemente acomodaticios respecto a la fructífera elección de bellezas locales y al mismo tiempo absolutamente hostiles para las prácticas homicidas que allí se llevaban a cabo en un subbosque apenas oculto. "Hostel: Part III" se ambienta en Las Vegas, capital americana del vicio y con esta premisa cae el arquetipo del prohibido y del misterio, así como del lugar inhóspito porque está lejos de su lengua y cultura que eran la base de las dos películas anteriores. Todo es predecible y banal en este tercer episodio, desde el casino como lugar para atrapar (que luego evolucionará en un club de striptease) hasta la espectacularización literal de la tortura. Y este último punto resulta particularmente ineficaz en "Hostel: Part III".
En la base del concepto de la saga está la posibilidad de que ricos y aburridos torturen y maten a alguien pagando sumas normalmente prohibitivas. La dimensión íntima, morbosa y perversa de la tortura en sucias cabinas equipadas con todo instrumento de muerte imaginable era uno de los puntos de mayor interés de "Hostel" y "Hostel: Part II". Torturar tenía una connotación erótica, se podía ver claramente en la mirada loca de los ricos torturadores un destello de libido asomar en el momento en que se acercaban a sus víctimas. En esta tercera película los "compradores" están cómodamente sentados en sillones de terciopelo, sorbiendo champán y asistiendo colectivamente desde detrás de un cristal a las torturas practicadas por los empleados de la Elite. Pero qué es esto? El único tributo participativo que se les pide es contribuir a la elección del instrumento de tortura con una especie de ruleta de "suerte" virtual. Pero nos damos cuenta de que, excluyendo al verdugo de la práctica de la muerte (y por lo tanto al mismo espectador) se va a hacer caer el andamiaje en la base de la película? Loable es la voluntad de modernizar el producto con actualizaciones, incluso de cierta envergadura metafórica (el paralelismo entre el espectador en casa y el rico comprador de la película, la violencia es espectáculo para ambos!), pero aquí desarrollados de la peor manera. En consecuencia, las propias torturas son decepcionantes, sin imaginación o demasiado irreales: tomemos, por ejemplo, la estúpida tortura de las cucarachas, sin sentido y sórdida en la puesta en escena. Que luego de violencia hay en este "Hostel: Part III", pero se trata de un splatter inofensivo de aburrimiento del que solo se salva en el coroner la escarnificación facial del principio, por lo demás la morbosa y mala puesta en escena del dolor de las dos películas anteriores está totalmente ausente.
Pero "Hostel: Part III" es insalvable también bajo otros aspectos. Los actores son todos particularmente anónimos, incluso los pocos conocidos John Hensley de "Nip/Tuck" y "Dientes" y Thomas Kretschmann de "La Sindrome de Stendhal" y "Dracula 3D". La puesta en escena es la clásica del producto para video, con malos escenarios y fotografía descuidada; además, el guion de Michael D. Weiss ("Leyenda mortal", "Butterfly Effect 2") alcanza picos de estúpida absurdidad en un final que es la demostración concreta de la expresión "arrimarse a los espejos".
Olvidemos, pues, este "Hostel: Part III" que no tiene realmente nada bueno que ofrecer y si de verdad estáis de humor para torturas en la pantalla, sacad el polvo a las bien más valiosas dos películas de Eli Roth o cualquier capítulo de la saga de "Saw".
