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Roberto Giacomelli
•Es una guerra entre dos razas de inmortales, los Vampiros y los Lycan, que se desarrolla a espaldas del género humano; pero en los últimos siglos ha surgido una tregua entre las dos razas, como consecuencia de la muerte de Lucian, el líder de los Lycan. Selene es un agente de muerte del clan de los Vampiros, una asesina profesional encargada de eliminar a cualquier Lycan que presente un comportamiento subversivo. Una noche, Selene y otros dos agentes de muerte, se dan cuenta de un sospechoso movimiento de Lycan en la estación del metro y intervienen, dando lugar a una carnicería que también involucra a humanos. El objetivo de los Lycan era en realidad un humano, Michael Corvin, último descendiente de la familia Corvinus, único ser que encierra en sí la sangre de ambas razas. En realidad, el líder de los Lycan no está muerto y quiere poner en marcha un plan apocalíptico que tiene a Michael como protagonista: será tarea de Selene evitar que todo esto ocurra.
Es imposible resumir en pocas líneas la complicada trama de "Underworld", un fantahorror dirigido en 2003 por Len Wiseman; de hecho, las subtramas, los giros, los golpes de escena son tan numerosos que llevan al espectador a emprender la visión con la conciencia de que no se enfrenta a un simple acción vampírica post "Blade", sino a algo más complejo y infinitamente más épico. "Underworld" logra, en sus 130 minutos de duración, no aburrir nunca al espectador, consiguiendo construir una trama original y envolvente, dando espacio también a una interesante subtrama con inesperadas valencias socio-antropológicas. Los Vampiros, dibujados como fascinantes aristócratas del siglo XIX, representan la clase dominante, con su propia jerarquía interna (bullente de complots y falsedades) y sostenidos, además de por una evidente superioridad organizativa, también por una superioridad cultural intrínseca. Los Lycan son rudos y dados a la violencia, representan el proletariado sometido pero dispuesto a rebelarse, así como el animal oculto dentro de ellos está listo para salir en las noches de luna llena. Ya la forma en que nos son presentadas las dos razas es emblemática y fulminante en su delineación de clase:
los Vampiros aparecen reunidos en una mansión, inmersos en el lujo decadente entre fiestas y champán; los Lycan, en cambio, están estacionados en las galerías subterráneas de la ciudad, ocupados en apostar y animar durante una lucha entre hombres lobo, que se muerden y se arañan, hasta que su líder llega a restablecer el orden,
Obviamente, los guionistas (Kevin Grevioux, Danny McBride y el propio Len Wiseman) también pensaron en el aspecto romántico, cosiendo una doble historia de amor: una en el presente entre Selene y Michael Corvin, ella vampiro y él antes humano, luego próximo a convertirse en un Lycan; y una en el pasado que involucra igualmente a ambas razas, como si se quisiera subrayar la fuerza del amor que va más allá de todo obstáculo. Pero esta revisión en clave de terror de "Romeo y Julieta" no ocupa ciertamente el aspecto más relevante de la película que, siendo siempre un fantahorror de acción,
da amplio espacio a sangrientos enfrentamientos entre monstruos, todos magníficamente coreografiados. Los efectos especiales no son de primer orden (es una película de presupuesto medio), pero sí por encima de la media; la fotografía es uno de los puntos fuertes de la película: nos muestran un mundo subterráneo perpetuamente iluminado por tonos oscuros - opacos que a menudo viran al azul metálico. El look de los personajes es particularmente acertado (quizás la palabra adecuada es cool), especialmente el de la protagonista Selene, una espléndida Kate Beckinsale en sexy traje de látex que seguramente quedará en el imaginario erótico colectivo de los espectadores masculinos.
En conclusión, "Underworld" es un pastiche exitoso de géneros que reúne dos iconos del cine fantástico como el vampiro y el hombre lobo sin caer nunca en el exceso. Cuidado en todos los aspectos y envolvente. Merecedor de al menos una visión.
